jueves, 15 de mayo de 2008

EN EL REINO DE LOS DRAGONES


El pequeño Charles Darwin no era un alumno aplicado.
Sus padres estaban desesperados. El niño ocupaba todo su tiempo
y gastaba todas sus energías estudiando la naturaleza.
No tardó en llenar su casa con colecciones de plantas, conchas e insectos.
Su afición se convirtió en su profesión: fue naturalista, es decir,
un sabio que estudia los animales y las plantas.

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